jueves, 2 de septiembre de 2010

Vuelo Nosequé


El otro día, por curiosidad, me puse a ver un rato la anunciadísima miniserie española sobre aquel vuelo en el que murieron centenar y medio de personas hace dos veranos. Había oído hablar de una polémica que no me parece nada descabellada: los familiares de las víctimas han encontrado de bastante mal gusto que se aproveche una tragedia tan reciente para elaborar un producto de ficción con claros propósitos comerciales y sensacionalistas. Debo decir que los comprendo perfectamente.

Pero, como yo no conocía a ninguna de estas víctimas ni siquiera de refilón, me enfrenté al tema sin demasiados prejuicios (mi habitual rechazo contra los productos televisivos no son prejuicios, sino una postura crítica a posteriori). Pero debo decir que apenas pude aguantar aquello, hasta el punto que tuve que cambiar de canal pasados diez minutos.

Dos son las cosas que encontré hasta tal punto insoportables. La primera, el horrendo look visual de la película, que además es un triste calco del que exhiben ciertos programas norteamericanos desde hace media década (tipo CSI): si ya el original me espanta, su copia la encuentro aberrante. Y la segunda, y si cabe más importante, el trabajo de los actores, que es directamente de denuncia ante un juzgado. Era imposible estar más afectado, más ridículo y pomposo de lo que estaban Carmelo Gómez, Emma Suárez, Fernando Cayo, Aitor Mazo o –mi favorito en el horror- Asier Etxeandía. Estaban tan mal que por momentos parecían haber adoptado el tono exagerada y autoconscientemente grave de una parodia al estilo “Aterriza como puedas”. Podría deducirse de esto que el espectáculo era tan malo que a su manera resultaba bueno, pero ni eso. Ya digo que tuve que cambiar de canal: y las alternativas tampoco eran una bicoca.

Tampoco hice el esfuerzo de dar una oportunidad al segundo capítulo, que prometía la presencia del pobre Joaquim de Almeida.

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