viernes, 9 de abril de 2010

Polanski en plena forma


El escritor”, última película de Roman Polanski, tiene por título original “The Ghost Writer”, es decir, “el negro” (tipo “affaire Ana Rosa Quintana”), mientras que tampoco se ahorran las sugerencias fantasmales, a tono con la historia. El nombre que le han colgado a la versión española es, en más de un sentido, insatisfactorio e insuficiente. Pero esto es sólo una anécdota.

Siguiendo con el tema, en realidad no hay prácticamente nada en el desarrollo de la película que no supere lo anecdótico. Ni el thriller sobre macroconspiraciones, abusos de poder y cloacas políticas, ni la traslación al plano psicológico de los conflictos expuestos, me parecieron nada novedosos o particularmente interesantes. Sin embargo, todo está tan bien hecho, dirigido con tanta precisión y resuelto visualmente con tanto brío, que encuentro la película de lo más disfrutable. La puesta en escena de Polanski, implacable, extiende sus poderosos tentáculos por cada resquicio de la cinta, hasta el punto de que incluso lo más gratuito termina presentando toda la apariencia de ser imprescindible. Un ejemplo ilustrativo: el largo plano en el que una nota corre de mano en mano hasta llegar a su destinataria. La intensidad del momento creado por Polanski nos prepara para el final, igualmente espléndido. Otra muestra de la pericia del director polaco: la actriz Olivia Williams interpreta su personaje en un registro muy similar al que utilizaba en “An education”. Sin embargo, si en ésta última la encontré insufriblemente falsa, en “El escritor” dan ganas de aplaudir cada una de sus intervenciones. Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Tom Wilkinson y (en menor medida) Kim Cattrall, están igualmente estupendos.

Otra nota al margen: parece increíble que los toques finales de postproducción fueran dados por Polanski desde la cárcel, en Suiza. Así pues, la acrisolada perfección de su acabado sería producto del encierro y la incertidumbre. Interesante idea sobre la que profundizar.

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