martes, 6 de abril de 2010
Obsesiones
Leo en los papeles que el gran Manoel de Oliveira rueda estos días "O estranho caso de Angelica", una historia que ya quiso poner en pie hace más de medio siglo, lo que fue imposible debido a cuestiones de censura. Parece ser que el hombre lleva toda su vida obsesionado con un hecho real en el que él mismo intervino cuando, siendo joven, se le encargó que fotografiara el bellísimo cadáver de una prima de su esposa.
Me parece prodigioso y conmovedor que alguien lleve décadas incubando una obsesión, y que ésta termine cristalizando en una obra artística que sobreviene cuando se tienen más de cien años. No sé cómo será finalmente la película -aunque lo último que el director portugués ha estrenado, "Singularidades de una chica rubia", permite albergar las mejores esperanzas-, pero la historia de su alumbramiento ya me parece una maravilla en sí misma. Sus protagonistas serán Ricardo Trêpa, nieto del realizador (al que además interpreta), y la española Pilar López de Ayala (como la bella muerta). Muchos de vosotros quizá os preguntéis cómo es posible que las compañías de seguros permitan que alguien más que centenario dirija películas (cuando en Estados Unidos, por ejemplo, resultaría imposible: ¡cuánto talento desperdiciado!). Pues bien, la explicación es sencilla: antes de iniciar cada rodaje, Oliveira documenta escrupulosamente y por escrito el desarrollo de la puesta en escena, de manera que, si por causas fatales tuviera que interrumpirse su participación, uno de sus hijos tomaría el relevo sin tener que hacer nada más que seguir dichas instrucciones al pie de la letra. Fantástica idea, o eso me parece a mí.
Oliveira me viene también a la mente por los días que acabo de pasar en Oporto, donde él nació. La dignidad melancólica y vetusta de la ciudad recuerda al maestro sólo en parte. Encuentro a Oliveira decididamente mucho más cosmopolita y "brand bourgeois" que el entorno del que proviene, aunque esto puede ser una falsa percepción mía. En todo caso, su inconfundible estilo de una plasticidad siempre exquisita y sorprendente me inspiró a cada paso durante mi visita a la ciudad del Duero, como atestiguan las fotos del viaje... Que no pienso divulgar en este foro, por supuesto.
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