martes, 6 de abril de 2010
En tierra hostil
Por fin vi la película que ha ganado este año el Oscar. Y lo que me sorprendió de ella es precisamente lo poco sorprendente que resulta. Prácticamente nada nuevo o apasionante a lo largo del considerable metraje de “En tierra hostil”, de Kathryn Bigelow. Su estilo de serie B con un chute de adrenalina procura alternativamente la simpatía que dispensamos a la aparente falta de pretensiones y la irritación generada por un mensaje ambiguo y algo hipócrita. La inmoderada y pueril fascinación que parece mostrarse por un mundo de belicosos macho men tampoco ayudó a que digiriera mejor el producto. Pero no es de esto de lo que me quejo, sino de que viéndola no obtuve la menor emoción. Nada me hizo saltar de mi butaca, ni empaticé lo suficiente con lo que veía como para sufrir verdaderamente cuando los protagonistas aparecen desactivando mortíferos explosivos, bombas humanas incluídas. En resumen, que todo me dejó bastante frío. Y parece razonable la sospecha de que esto era justo lo contrario de lo que se pretendía.
No sé, estoy a punto de pensar que quizá me perdí algo de esta película alabada casi unánimemente, y cuyos pocos ataques recibidos se centran en cuestiones no artísticas sino digamos morales. Pero no creo que llege a comprobarlo: por desgracia, mi tiempo es demasiado escaso como para emplearlo en volver a ver “En tierra hostil”.
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