Crítica de arte que publiqué en Gara el 30 de enero de 2009:
El minimalismo y el arte conceptual parecen inspirar el último trabajo de Sergio Prego, que se exhibe estos días en Madrid. Sin embargo, la obra del hondarribitarra trasciende las etiquetas para alzar sin aparentes lastres el vuelo en solitario.
Precario equilibrio
Afincado en Nueva York, pero con copiosa y frecuente presencia en el escaparate artístico a este lado del Atlántico, Sergio Prego (Hondarribia 1969) es un alumno aventajado de su generación, que suma, a un número nada desdeñable de premios y distinciones, una presencia recurrente en las grandes ferias y festivales de arte. En Madrid, expone su obra en la galería de Soledad Lorenzo, lo que ya bastaría para situarlo indiscutiblemente en el ámbito de los elegidos. Es precisamente en este contexto donde ahora presenta dos instalaciones, dos series de fotografías y un vídeo.
Las instalaciones juegan con la creación y alteración del espacio a partir de las posibilidades que conceden ciertos materiales y estructuras: S.T. (2009) adopta la forma de dos piezas de escayola dispuestas a modo de molduras fracturadas, mientras que Módulos (2008) constituye de algún modo la pieza central de la muestra. Sobrio pero imponente armazón compuesto por dos grandes escaleras de aluminio suspendidas horizontalmente por medio de un sistema de tubos conectores y cables de acero galvanizado, estos Módulos ya fueron mostrados con anterioridad en el MARCO de Vigo y en el Koldo Mitxelena de Donostia como parte de la exposición “El medio es el museo”. En cada caso, el artefacto se despliega de un modo distinto, adaptándose a las condiciones impuestas por el espacio en que se inscribe. Así la galería madrileña exhibe una “T” cuyos dos segmentos forman a su vez varias “X” respecto a los tubos que los apuntalan, mientras que en el MARCO se configuraba, más espectacularmente, como una gran “L” tridimensional, transitable por ambos lados y caras. Es precisamente este ejercicio, el de la circulación a lo largo de la precaria pasarela, el que se documenta en una de las series de fotografías y en el vídeo que también forman parte de la exposición.
Dos individuos vestidos de negro afianzados por arneses avanzan en posición vertical a lo largo de los brazos de aluminio gracias a un sistema especial de sujeción, uno de ellos boca arriba, el otro boca acabo. La cámara invierte su perspectiva en los planos, de tal manera que las dos superficies que delimitan el espacio a lo alto, una de ellas de vidrio y la otra de lo que parece cemento pulido, podrían constituir indistintamente el techo y el suelo. Los movimientos de estos caminantes resultan torpes e inseguros, como los de los equilibristas, aunque otra referencia se desliza en el subconsciente del espectador: la de las imágenes mil veces repetidas de los primeros astronautas que pisaron la luna, que después retomarían innumerables películas de ambiente espacial. La extrañeza inicial se disuelve lentamente, dejando paso a una abierta fascinación que crece a medida que los protagonistas humanos parecen desenvolverse cada vez mejor en el desempeño de su inestable actividad.
La reflexión sobre el individuo y la configuración del espacio que éste ocupa no es nueva en Sergio Prego: en la pasada edición de ARCO, el artista hondarribitarra ya apuntó la cuestión a través de Bisectriz. En esta ocasión, tal punto de partida se enriquece con la alusión a otras cuestiones paralelas o complementarias. ¿El papel determinante de la perspectiva humana para definir dicho espacio? ¿El terror atávico al vacío, a la caída desde la posición que se habita? ¿La capacidad humana para adaptarse gradualmente al medio como herramienta de supervivencia? Las sugerencias que ofrece Prego son múltiples y poseen un vasto contenido. Pero lo que de verdad resulta excepcional es la inmediatez de su tratamiento, basado en una cierta pureza de la imagen real (por contraposición a virtual). La infiltración de un ambiente cercano a la ciencia-ficción en el desempeño de una acción tan cotidiana como caminar resulta modélica precisamente porque no se recurre para ello al truco visual, a la construcción digital de la que empezamos a estar algo saturados. Para Prego, la tecnología no sobrepasa el estatus de medio o herramienta, por lo que subyace una abierta renuncia a su entronización exhibicionista. De hecho, la atención de Prego hacia lo orgánico se resalta en la muestra con Generación (2009), serie de cuatro fotografías sobre intestinos humanos reproducidos en escayola que adoptan la apariencia –literal- de una orografía del espacio interior humano, en su vertiente puramente anatómica. Es esta opción por lo físico y tangible, a contracorriente de lo que estamos acostumbrados a encontrar, donde reside toda la originalidad y el magnetismo de un trabajo que sin duda merece ser visto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario