domingo, 15 de marzo de 2009

Los abrazos rotos (1)


Este pasado viernes asistí en los cines Kinépolis de Madrid al pase de prensa y a la posterior rueda de idem de la última película de Pedro Almodóvar, "Los abrazos rotos". Todo un evento, con varios cientos de periodistas de todo el mundo acreditados y una gran expectación flotando en el ambiente. Como absoluto intruso (el modo en que conseguí que me acreditaran para el acto no viene al caso), no dejaba de sorprenderme la docilidad de unos periodistas que hacían cola para todo: para recibir un dossier, para entrar en la sala, para tomar un espresso gratis en el stand del patrocinador Illy, para recibir una taza de regalo del mismo patrocinador. También se cotilleaba mucho, y se calentaban motores para lo que parece que va a constituir el tema cinematográfico del año en España: Almodóvar vs Amenábar ("Sí, el teaser de la peli de Amenábar tiene muy buena pinta: peliculón, peliculón" o "A ver qué pasa con Almodóvar en cannes y los Oscars; este año no creo que se coma gran cosa, ¿no? Ya lleva demasiado tiempo en racha"). Un aburrimiento y una majadería como de patio de colegio, vamos.

La proyección de la película comenzó puntualmente a las 10 de la mañana en dos salas abarrotadas de los complejos cinematográficos. Media horita después de finalizado el pase, en otra enorme sala, tenía lugar la rueda de prensa, con una mesa presidida por los divos Almodóvar y Cruz, a los que flanqueaban los actores Lluís Homar, José Luis Gómez, Blanca Portillo, Rubén Ochandiano y Tamar Novas, y el productor Agustín Almodóvar. A estos últimos, casi nadie les hizo ni puñetero caso: allí sólo había dos grandes protagonistas, que para eso eran los únicos presentes que habían ganado Oscars. Almodóvar se quitó pronto las gafas de sol (ahora se sabe que padece de terribles migrañas, que curiosamente le han servido de inspiración para la película) y aportó a las preguntas de los periodistas todo lo que a éstas les faltaba, a saber: originalidad, gracia y perspicacia. Casi siempre divertido, ocasionalmente brillante, deslizó entre chiste y chiste algunas reflexiones muy agudas sobre vida y cine, que parecen sus dos máximos intereses. Como se encargó de apuntar el único periodista que hizo un comentario medianamente interesante, la película cuenta varias historias de amor (amor loco, por cierto), pero sobre todo hay en ella una historia de amor por el cine que acaba adueñándose del conjunto. Penélope Cruz estuvo correcta y fría, tratando de mantener las distancias respecto a los buitres del corazón que alguna vez asomaron sus alas sin parecer demasiado borde, lo que sólo consiguió a medias. En cierto sentido, imagino que debe de ser duro estar en su pellejo.

Por cierto, quizá a alguien le interese saber qué me pareció la película. Estaré encantado de satisfacer la curiosidad de esas personas. Pero eso será en la próxima actualización de este blog.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

si claro!
queremos saber que te pareció

Pano L dijo...

Muy pronto en sus pantallas, la crítica completa...