martes, 23 de febrero de 2010

Del apocalipsis


Vi “The Road”, de John Hillcoat, con relativa indiferencia. A día de hoy, no he leído la alabada novela de Cormac McCarthy en que se basa, así que no estaba condicionado por ella. De todos modos, lo que sí he leído de este novelista, al que muchos consieran uno de los grandes autores contemporáneos, no me entusiasma ni de lejos. Que soy un bicho raro hace mucho tiempo que lo asumí, e incluso lo llevo casi con orgullo.

La premisa argumental: un padre y un hijo (la madre se suicidó hace tiempo) recorren un mundo desvastado por un desastre ecológico indefinido, donde no hay más que muerte y tierra baldía, los hombres devoran literalmente a los hombres y todos los valores, toda la esperanza, parecen haber sido borrados del mapa. Lo mejor de “The Road” –la película- es el trabajo de su pareja protagonista, un padre y un hijo interpretados por Viggo Mortensen y el niño Jodi Smit-McPhee, así como la impresionante fotografía del gran Javier Aguirresarobe. Este último es responsable de un gélido, deprimente look visual que hace que en sus mejores momentos la película recuerde vagamente a la obra de Andrei Tarkovsky. Por desgracia, las similitudes con el director ruso son superficiales: no hay en el aparato formal de “The Road” nada de la auténtica poesía tarkovskiana, que se ve reemplazada por un convencional sentido de la eficiencia narrativa y el melodrama. Queda, eso sí, la oportuna y aterradora advertencia sobre el futuro de la Tierra y la humanidad (¿es el visible cambio climático que vivimos aquello a lo que el personaje de Robert Duvall llama “señales”? ¿Son Rajoy y el bocazas de su primo unos irresponsables que merecerán ser devorados vivos por los caníbales post-apocalipsis?), así como unas extrañas sugerencias religiosas que a mis ojos hicieron la película un poco más antipática por momentos. Pero esto último es una percepción totalmente personal, claro.

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