Los actores de Romanzo Criminale: los 70 y 80 recreados a base de ropavejero
Durante el pasado festival de Cannes hubo quien se apresuró a hablar de “resurgimiento del cine italiano” gracias a la presencia en el concurso de dos películas muy bien recibidas y después premiadas allí mismo y en otros certámenes, “Gomorra”, de Matteo Garrone, e “Il Divo”, de Paolo Sorrentino. Es cierto que, con honrosas excepciones (Nanni Moretti, y... mmm... siga buscando) Italia lleva décadas sin producir grandes películas, después de unos largos años de oro que sucedieron al neorrealismo, y que generaron las mejores obras de Visconti, Fellini,Germi, Rossellini, Antonioni, de Sica, además de un amplio puñado de directores que hicieron un maravilloso cine popular. Pero de ahí a hablar de “resurgimiento”... Como dice el refrán, una golondrina no hace primavera, ni dos tampoco.
“Romazo criminale” es una película de una fealdad tal que hay que verla para creerla. Pero, como es mejor creer en el buen cine que en el malo, uno puede ahorrarse el precio de la entrada con toda tranquilidad.
Durante el pasado festival de Cannes hubo quien se apresuró a hablar de “resurgimiento del cine italiano” gracias a la presencia en el concurso de dos películas muy bien recibidas y después premiadas allí mismo y en otros certámenes, “Gomorra”, de Matteo Garrone, e “Il Divo”, de Paolo Sorrentino. Es cierto que, con honrosas excepciones (Nanni Moretti, y... mmm... siga buscando) Italia lleva décadas sin producir grandes películas, después de unos largos años de oro que sucedieron al neorrealismo, y que generaron las mejores obras de Visconti, Fellini,Germi, Rossellini, Antonioni, de Sica, además de un amplio puñado de directores que hicieron un maravilloso cine popular. Pero de ahí a hablar de “resurgimiento”... Como dice el refrán, una golondrina no hace primavera, ni dos tampoco.
“Romanzo criminale”, de Michele Placido, es la primera película que he visto este año en el cine. Se trata de una cinta que, cuando concursó en la Berlinale de hace un par de años, fue calificada por algunos como la mejor película italiana realizada en mucho tiempo. Con su tardío estreno internacional, muchos críticos vuelven a la carga reforzando su tesis de que el cine italiano ha abandonado la UVI. Por mi parte, encuentro que si el alta se ha concedido gracias a síntomas como la película de Michele Placido, habría que retirar la titulación a los doctores.
“Romanzo Criminale”, historia de mafiosos ya mil veces (e infinitamente mejor) contada, parece por su título y por algunos de sus recursos narrativos un intento de desarrollar bajo claves novelescas la historia del lumpen romano en los setenta y ochenta. Sin embargo, los guionistas y el director confunden “novelesco” con “banal”, y un error de tal calibre se paga caro. El producto parece proceder de un intento por fusionar los guiones de “Rocco y sus hermanos” y “Erase una vez en América”, para después aplicarles un tratamiento visual de serie B de los setenta. Nada que objetar al respecto: empleadas con talento, tales bazas podrían haber dado lugar a una jugada apasionante, lo que por desgracia no es el caso. A lo largo de sus casi dos horas y media, los tópicos se emplean con una especie de desganada aplicación que desconcierta, la caracterización de los personajes resulta plana, el trabajo de los actores es más bien rutinario, y la dirección completamente nula. Por todo ello, el resultado a lo que de verdad se parece es a un capítulo doble de “Sin tetas no hay paraíso” en el que los protagonistas hubieran sido vestidos con el botín de un saqueo en las tiendas de vintage de Roma. Todo apesta a la peor naftalina en lo visual, lo estilístico y lo narrativo.
En este aspecto, resulta especialmente ofensiva la mirada sobre las mujeres, resuelta sin matices mediante la vieja dicotomía de la Santa y la Puta. A los dos personajes, ridículamente unidimensionales, se les reservan además los peores planos de la película. Las pobres actrices son vapuleadas sin compasión por la puesta en escena: Jasmine Trinca se ve obligada a componer repelentes expresiones beatíficas, mientras los movimientos de la bella Anna Mouglalis son despedazados por un montaje atroz. Finalmente, y contra lo que dicta el sentido común del espectador, que cree encontrarse ante piezas fundamentales de la trama, ambas son despachadas como elementos irrelevantes sin haberles concedido tiempo para salir del cascarón del estereotipo.
“Romazo criminale” es una película de una fealdad tal que hay que verla para creerla. Pero, como es mejor creer en el buen cine que en el malo, uno puede ahorrarse el precio de la entrada con toda tranquilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario