martes, 10 de agosto de 2010

La vida en tiempos de guerra


Si no es la mejor película que se ha estrenado en España en lo que llevamos de año, es que no tengo ni puñetera idea de lo que hablo.

La vida en tiempos de guerra”, de Todd Solondz, es el primer conjunto de imágenes en movimiento que me ha producido un auténtico arrebato este año. Puede que su mensaje sobre el perdón y el olvido sea verbalizado de manera un poco machacona por un guión que a veces resulta algo enfático, pero esto no me importó demasiado. La película está tan fantásticamente dirigida que uno se muestra dispuesto a perdonar todos los excesos y redundancias de la escritura. Los actores en estado de gracia (todos ellos, incluida una Charlotte Rampling que quema la pantalla en su brevísima intervención) constituyen uno de los efectos más palpables de esta aptitud en la dirección, pero no el único. La puesta en escena es de una absoluta precisión narrativa y expresiva, y resulta mucho más elocuente sobre los personajes y su triste entorno que las palabras que salen de su boca. Me gustaría destacar también el trabajo en la fotografía de Ed Lachman, absolutamente exquisito, incluso para captar –modélicamente- todo el mal gusto imperante en Florida, teórica localización de la mayor parte de la cinta (que en realidad fue rodada en Puerto Rico, supongo que por ahorro de costes de producción). Con la complicidad de Lachman, la cámara de Solondz indaga en los rostros humanos, y muestra de manera algo cruel pero sin duda genuina el horror existencial, y también el vacío, que se agazapa en su interior. Mientras tanto, los escenarios interiores están elaborados y filmados de manera que proporcionan al ojo una enorme cantidad de información, que es recogida de manera inconsciente en beneficio de la densidad dramática. De algún modo, se recoge en esta película una herencia que va de Godard a Bergman, pero donde tampoco faltan Douglas Sirk y Dreyer. La combinación es extraña pero, ciertamente, funciona.

Me pareció también que el cínico nihilismo que Solondz mostraba en sus películas anteriores (incluso en las mejores, como “Happiness”, de la que ésta es una especie de continuación) se ha relajado ligeramente, lo que es una buena noticia. Ese nihilismo, que es en realidad típico en los directores norteamericanos con pretensiones autorales desde la mitad del siglo pasado, se ha convertido a estas alturas en un rasgo más bien agotado y cansino, en un puro cliché que han superado las cinematografías europea y asiática. Encuentro que aún queda algo de este lastre en Solondz, pero en esta ocasión, como digo, aparece diluído gracias al magnífico ajuste que el puro estilo consigue de todas las piezas puestas sobre la mesa.

De verdad que hacía tiempo que no salía tan contento del cine. Id a ver “La vida en tiempos de guerra”: no creo que os decepcione.

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