jueves, 29 de julio de 2010

Coletazos de Truffaut


Gracias a la Filmoteca Española y a Truffaut, el regreso de las vacaciones a un Madrid abrasador ha resultado menos traumático de lo que habría cabido esperar.´

Aún con todo el jet lag del mundo me metí a ver “La piel dura” (1976), hermosísimo retrato de la niñez en una ciudad francesa de provincias, donde todo lo que ocurre es poético y maravilloso, lo que posee una extrema coherencia con el concepto que el propio Truffaut poseía de la infancia. En su opinión, la poesía se deriva de los niños de manera natural, por lo que no es necesario reforzarla con ningún elemento adicional. En la sala del cine Doré, el público se pasó toda la película realizando exclamaciones, riendo y –en un momento dado- sollozando sin complejos. La escena más famosa de la película viene a ser el reverso de la primera secuencia del “Anticristo” de Lars Von Trier: en ella, un niño –apenas un bebé- se juega la vida asomado al balcón de su casa en un piso elevado, con un final chocante e imprevisible. A mí me gustaron sobre todo dos escenas muy sencillas, llenas de jovialidad y asombro: en la primera de ellas, dos hermanos simplemente se preparan y toman el desayuno. En la segunda, una obstinadísima niñita de aspecto inocente embarca a todos sus vecinos en la tarea de prepararle y entregarle a través de la ventana una cesta repleta de víveres porque tiene hambre y se ha negado a acompañar a sus padres al restaurante sin su viejo bolse de peluche. Aquí el público se carcajeaba a mandíbula batiente.

En un tono bastante distinto, “La mujer de al lado” (1981) es una más de las incursiones que realizó Truffaut en el terreno del enamoramiento y la pasión obsesiva, aquí con un extra de melancolía. Se trata de la primera película importante que protagonizó la maravillosa Fanny Ardant, que poco después del rodaje se casaría con el director. Encuentro que a mitad de película el interés decae ligeramente, pero hasta entonces todo lo que ocurre es un puro arrebato. La sencuencia el garaje del supermercado, cuando los amantes se besan y ella cae desmayada, me parece sublime. No creo que haya muchos directores que hayan sido capaces de plasmar la idea misma y las consecuencias del enamoramiento con la precisión y la veracidad con que lo hizo Truffaut. “La mujer de al lado” es, creo, una de las mejores pruebas de ello.

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