lunes, 5 de octubre de 2009

Nunca me abandones


Lo mejor de la novela “Nunca me abandones”, de Kazuo Ishiguro (Ed. Anagrama) es su premisa argumental, que roza la genialidad. ¿Qué habría ocurrido si, después de la II Guerra Mundial, la sociedad hubiera aceptado comúnmente la creación de clones humanos de manera organizada con el fin de convertirlos en donantes de órganos y permitir la curación de enfermedades tan graves como el cáncer? Las reflexiones que aborda Ishiguro son las lógicas ante este tema, e inciden de manera sutil en las derivaciones éticas y existenciales de esta apasionante posibilidad: resultan justas y razonables, y además no se introducen de manera demasiado explícita. Lo malo es lo más importante de todo, es decir, la labor narrativa del autor británico-japonés.

Toda la novela, narrada en primera persona por una de estas chicas clónicas abocadas a una muerte temprana contra la que ni se plantea rebelarse, está contada según un patrón irritante. Cada pocas páginas se anuncia el relevantísimo acontecimiento que viene a continuación, y que entonces pasa a ser glosado. Algo del estilo “Yo estaba tan tranquila con mis cosas, hasta que, días después, ocurriría algo que cambiaría por completo la relación entre nosotras”. Esta lógica de los “grandes momentos”, que después resultan ser pólvora mojada, se mantiene obstinadamente hasta el final, cuando la narradora y su enamorado acuden a los adultos que las educaron de niñas -que parece ser una pareja de lesbianas- y obtienen todas las explicaciones que ellos (y, al parecer, el lector) necesitaban. Kazuo Ishiguro debe detestar el misterio con toda su alma para convertir su aniquilación en la estructura narrativa misma de la novela.

“Nunca me abandones” está siendo adaptada al cine por alguien llamado Mark Romanek con Keira Knightley, actriz lo suficientemente conocida como para que, sin duda, tengamos noticias de la película cuando se aproxime el estreno. Sería bueno que el filme prescindiera de los lastres del libro y mantuviera sus considerables virtudes.

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