El festival de Cannes está a punto de terminar. Un año más, el evento se ha ganado a pulso su lugar en el podio como el mayor, más mediático y poderoso festival de cine del mundo. Sus cabezas pensantes juegan con ventaja (todo el mundo quiere llevar su película a Cannes), pero hay que decir que además poseen un admirable talento publicitario, que les lleva a dar cada año con la combinación perfecta entre sensacionalismo, calidad y espectáculo. Sólo contemplar el programa diario de la sección oficial es un ejercicio sumamente revelador: qué genialidad en la yuxtaposición de las obras, qué extraordinario sentido del ritmo, qué perfección en el tempo que alterna el escándalo previsible (Lars Von Trier) con la reconfortante planicie más previsible aún (Ken Loach), la esperadísima y pomposa obra de un joven pope contemporáneo (Tarantino) con el trabajo sobrio y ágil de un anciano maestro (Alain Resnais), que comienza y termina con los trabajos menos esperados (Andrea Arnold, Lou Ye, Coixet) y pone la carne en el asador con el segmento central (Ang Lee, Campion, Von Trier, Almodóvar, Tarantino, Haneke). Independientemente de lo que pueda pensarse de la calidad de las obras a concurso, el impacto logrado en los medios, y en las frágiles mentes de los aficionados, es de primer orden. Chapeau, Gilles Jacob! Chapeau, Thierry Frémaux!
Este domingo se entregan los premios. Repasemos los favoritos, según los comentarios de la prensa internacional:
1) "Das Weisse Band", de Michael Haneke: el magnífico director austriaco ya ha tenido grandes éxitos en el concurso del festival (en particular con "La Pianista" y "Caché"), pero no posee aún la Palma de Oro. En esta ocasión, parece haber traído la obra perfecta para resarcirse. Según la mayoría, se trata de un filme redondo, denso y resonante, perfectamente puesto en escena. No olvidemos además que Isabelle Huppert, la presidenta del jurado, ha trabajado en varias ocasiones con Haneke, habiéndose cubierto de premios gracias a su trabajo en la mencionada "La Pianista". Si la Palma se le escapa, nos dejaría a todos bastante descolocados.
2) "Un Prohète", de Jacques Audiard. El director francés no gusta a todo el mundo. Personalmente, disfruté mucho sus anteriores "Sur les lèvres" y "De battre mon coeur s'est arreté" mientras las veía, aunque a día de hoy no tenga de ellas un recuerdo memorable. Su cine es algo enfático, pero me parecería muy mezquino negarle un gran talento narrativo. En esta ocasión, el drama carcelario que ha traído a la Croisette ha provocado la admiración de la mayoría. Sería un razonable Premio Especial del Jurado o a la Mejor Dirección, o incluso una Palma de Oro nada descabellada.
3) "Los abrazos rotos", de Almodóvar. La mayoría de las críticas cosechadas han sido excelentes, a menudo entusiastas. Muchos vuelven a reclamar para Almodóvar la Palma de Oro, aunque es cierto que con "Todo sobre y madre" y "Volver" estas voces eran más generalizadas, y en ambas ocasiones tuvo que conformarse con otros premios. Al respecto, estoy impresionado con la obsesión destructiva de algunos: en su chat de El País Digital, Carlos Boyero no se ha cortado un pelo para mentir flagrantemente, afirmando que Le Monde y Le Figaro habían puesto "a parir" (sic) a "Los abrazos rotos", como él mismo hizo con motivo de su estreno español. En realidad, la crítica de Le Figaro era predominantemente positiva, y la de Le Monde, más fría, trataba al director español con respeto, dando a entender que globalmente había hecho una buena película, aunque lastrada por ciertas carencias. Como digo, la mayor parte de la prensa internacional ha alabado la cinta, aunque sí es cierto que no se ha generado el arrebato colectivo de las anteriores incursiones almodovarianas en el concurso de Cannes. Por cierto, también ha habido coincidencia al alabar el trabajo de Penélope Cruz: junto con Giovanna Mezzogiorno en "Vincere", es la favorita al premio a la mejor actriz. En cuanto al crítico (por decir algo) de El País, o habla de oídas, o ha sido traicionado por su propio wishful thinking. Ambas posibilidades lo invalidan como informador, y empañan seriamente la credibilidad del medio para el que trabaja.
Otras películas bien recibidas han sido "Looking for Eric" de Ken Loach (no por todo el mundo, desde luego), "Inglorious Basterds" de Tarantino (idem), "Taking Woodstock" de Ang Lee (más idem), "Bright Star" de Jane Campion, "Fish Tank" de Andrea Arnold y la mencionada "Vincere" de Marco Bellocchio. Si la Palma de Oro la ganara alguna de ellas, tampoco habría suicidios ni revueltas populares. Mientras escribo estas líneas, no se han mostrado aún las películas de Isabel Coixet, Tsai Ming-liang, Gaspar Noé y Elia Suleiman.
Gane quien gane, este año ha vuelto a ser el de Lars Von Trier, que demuestra una vez más su habilidad para alzarse con el premio al director del que más se habla. Su "Antichrist" fue el escándalo del año desde el primer pase de prensa, gracias a la misoginia que al parecer sobrevuela sobre la cinta (ninguna novedad en el director danés), y a varias secuencias-choque, de entre las que destacan: a) Charlotte Gainsbourg se corta su propio clítoris con unas tijeras de podar, y la acción puede observarse con todo detalle en primer plano b) Charlotte Gainsbourg taladra la pierna de Willem Dafoe, antes de reventarle los testículos de un golpe y hacerle eyacular sangre c) Un zorro (el animal) habla como si estuviéramos en una fábula de La Fontaine, y lo hace para pronunciar la portentosa frase "El caos reina" d) Al son de Haëndel, un niño muere al precipitarse por una ventana mientras sus padres, ajenos a todo, follan por toda la casa.
Cuentan las crónicas que Manohla Dargis, famosa crítica de The New York Times, cantaba "That's entertainment" a la salida de la proyección de "Antichrist". La canción podría haber operado como una perfecta banda sonora desde el primer al último día de este admirable festival.
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