domingo, 9 de mayo de 2010

Entrevista a Bene Bergado


El mes pasado publiqué esta entrevista con Bene Bergado, que presenta estos días su expo "Hom@" en Espacio Mínimo (Madrid). Sobre la inaguración de la exposición ya trató una entrada anterior.

La salmantina Bene Bergado (1965), formada en la facultad de Bellas Artes de Bilbo, presenta su cuarta exposición en la madrileña galería Espacio Mínimo. Cuatro esculturas que ofrecen un testimonio sobre el irónico tinte científico con que Bergado reviste su refinada visión sobre ciertas cuestiones más bien sociales.

“El arte ha de ser sentido y vivido”

La artista Bene Bergado se mueve en registros que llevan al espectador a pensar en una sutil ironía, aunque ella misma afirme no ser consciente de contemplar el humor o el sarcasmo en su proceso creativo. En todo caso, su obra casi siempre parece dar forma a lo inefable, a lo que el lenguaje no puede explicar, e incluso a lo que la mente humana difícilmente podría concebir racionalmente. En su nueva exposición en la galería Espacio Mínimo, que podrá verse hasta el 22 de mayo, presenta varias esculturas que hacen referencia a sendos hipotéticos estados de la evolución humana, “Homo Sentimentalis”, “Homo Capitalensis” y “Homo Sostenibilis”. El formato expositivo remite inevitablemente a las versiones más arcaicas de los museos de ciencias naturales, y sus sugerencias científicas nos devuelven a paradigmas más bien decimonónicos. Evolución o mutación, lo fantástico o lo espantoso, se confunden en unos esqueletos humanoides que plantean interrogantes sobre varios de los arquetipos característicos de las sociedades actuales. Por otra parte –nada extraño en Bergado- vuelve a surgir la preocupación por lo doméstico con “Casa de fieras”, espacio falsamente neutro que adquiere nuevos significados integrado en un contexto expositivo.

El interesante –pero inevitablemente limitado- entorno de la galería madrileña se utiliza, por tanto, para conseguir este ambiente de aséptica pesadilla, que por momentos no nos situaría muy lejos de un David Cronenberg con carga adicional de mordacidad y un decidido sesgo social.

¿Cómo se integran la ciencia y lo científico en tu obra?

La mirada de la ciencia me llama la atención por la vinculación que tiene con el arte. Los dos campos se desgajaron de un tronco común en el pasado y ambos mantienen un deseo de indagación y búsqueda. Sin embargo, creo que los métodos científicos están sobrevalorados. Lo que me interesa de los métodos de clasificación museísticos es el grado de arbitrariedad y de falta de neutralidad que encierran.

¿Habría entonces en tu obra una voluntad consciente de subvertir las claves de lo científico?

Aparecen referencias a formas de clasificación y a temáticas expositivas relacionadas con museos de ciencias en mi trabajo, ya que entiendo los lugares expositivos -galerías, museos- como lugares sin función, neutros, creados para la exhibición del trabajo del artista. Por otra parte, el arte ha dejado de tener las funciones sociales que tuvo en el pasado, hoy día realizadas por sectores especializados. Lo que llamamos arte contemporáneo es un reducto de creación pura, sin función, donde los artistas canalizamos ámbitos diferentes de la vida que sirven de alimento ideológico o formal, entre otros, al resto de la sociedad a través del ámbito cultural.

Da la impresión de que el humor, al mismo tiempo tierno y mordaz, termina tiñendo el discurso.

El humor es un ingrediente con el que no cuento a la hora de trabajar. Quizás este en la mirada del espectador.

¿Y el misterio? ¿Qué lugar ocuparía aquí lo misterioso, lo inexplicable?

Creo que muchas veces desde la crítica se demanda un arte con temática clara que dé pie a desarrollar contenidos teóricos, forzando a veces al artista a dar explicaciones sobre su trabajo que no le corresponden. Hay maneras de hacer arte que sí necesitan un desarrollo teórico previo o una temática clara de punto de partida, pero no todo puede ser explicado de manera razonada. El arte ha de ser sentido y vivido.

¿Está tu mundo creativo animado entonces por la idea de la utopía?

Como escultora me enfrento en cada parte del proceso de trabajo a muchos retos de realización físicos que me hacen atarme mucho a la tierra. Sentir todo lo que toco y manipulo. Mis obras, sobre todo las de esta exposición, están hechas por puro deseo.

¿Crees que existe una belleza específica en lo monstruoso o lo inconcebible?

La estética de lo monstruoso quizás tenga algo de complejo e irreverente que lo hace especialmente atractivo a la mirada.

Eso resulta particularmente interesante en esta exposición: el modo en que se funden lo científico y lo museístico, lo prodigioso y lo sencillamente anómalo…Los títulos de tres de las obras que incluyo hacen referencia a tres tipos distintos de “homo” y son algunos de los muchos posibles a la hora de incluirlos en un hipotético panorama museístico del ser humano contemporáneo. Y está, claro, “Casa de fieras”. Esta obra es un fragmento de una habitación de una vivienda actual en la que aparecen unos restos del aseo de un pequeño ser humanoide, así como una trampilla sellada. El titulo hace referencia al nombre que en el siglo XIX se le daba a lo que hoy serían los zoos. Por otra parte, el sistema de clasificación museístico me permite dar una apariencia de orden y sentido final al conjunto.

Y sí, utilizo taxonomías museísticas, entendidas como un sistema arbitrario de convenciones de clasificación para organizar una serie de cuerpos y estructuras abiertas que van en este caso desde esqueletos a jaulas, utensilios, fragmentos de hogares, etc.

Encontramos además múltiples referencias a las relaciones de poder y dominación. ¿Los tintes sociales son deliberados?

Yo creo que todo el arte es social. Mis esculturas se expresan de la misma manera que yo. A la hora de trabajar no parto de premisas temáticas claras, las obras se van configurando paso a paso y unas con otras van tomando sentido. A veces, como los “utensilios de homo sostenibilis” [una de las piezas incluidas en la exposición, que muestra unos platos con patentes trazos de haber sido devorados a mordiscos], se van completando con el paso del tiempo. Primero eran unos platos mordidos de bronce que al ser lacados recuperaban el aspecto del plato original. En esta exposición les he incorporado los dibujos en oro de los signos de radiactividad, peligro biológico o peligro toxico, enredándose así los significados. Ahora me gustaría hacer una instalación con este tipo de platos. Los temas se entrelazan unos con otros.

¿Hay alguna intención de destapar aquello que la buena sociedad pretende mantener oculto?

Yo creo que el arte no destapa: más bien muestra, focaliza la atención sobre aspectos de la vida unas veces de manera más objetual o realista otras de manera más estructural o abstracta, pero todas parten de un mismo pastel. La mirada del artista puede partir de lo oculto pero como punto de partida, no como punto de llegada.

¿Cuál ha sido el punto de partida de esta Hom@?

Los puntos de partida de cada uno de estos trabajos son dispares. Parten de deseos, inquietudes personales y formales. Algunas de las obras tienen un proceso lento de realización en el que unas obras se contaminan de otras. Ha sido un reto importante tanto en la manera con la que han ido desarrollándose las piezas como en los procedimientos y técnicas nuevas que he empleado.

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