lunes, 1 de marzo de 2010

Amor y odio



Domingo por la tarde. La sala principal de la Filmoteca Española estaba llena a rebosar (no cabía un alma en su amplio patio de butacas) para ver “Muerte en Venecia”, de Luchino Visconti. Un auténtico gustazo. Al terminar la película, hubo hasta aplausos, no tan habituales en ese contexto. Todo el mundo había obtenido lo que buscaba: éxtasis estético unos, ocasión para el escarnio otros. La versión de Visconti sobre la novela breve de Thomas Mann es una de las películas más amadas y denostadas de la historia del cine. Comprendo perfectamente los motivos de ambas facciones, aunque no me sumo a ninguna de ellas. Ahora bien, el domingo pasado disfruté como todos los demás que acudieron a la cita con la Filmoteca.

Entre las acusaciones que ha sufrido la película, destaca la que señalaba el mismo programa de la Filmoteca, según la cual Visconti banalizaba la obra original convirtiendo en significados primarios lo que en Mann eran metáforas de algo más profundo, acusación no del todo descabellada, pero poco relevante, en mi opinión. ¿Qué más da esto, cuando Visconti cuenta su historia (la suya, no la del escritor alemán) con tanta personalidad y generosidad estilística, con tan maravilloso empleo de la música de Mahler, con esa fotografía de Pasqualino de Santis que es una obra maestra en sí misma, con esa Silvana Mangano cuyo rostro no está muy lejos de serlo también, con ese Dirk Bogarde demasiado rechoncho y saludable para ser un Gustav Von Aschenbach verosímil, pero conmovedoramente entregado a la tarea de parecerlo? A la película le sobran unas demostrativas discusiones en flash-back sobre el arte y la belleza, pero, de nuevo, qué más da.

Ya se ame o se odie, o incluso si contempla con moderado agrado o irritación, dudo que haya nadie en el mundo que no disfrute de un modo u otro viendo esta película. Me atrevería a afirmar que entre los que la apludieron el otro día había algunos que la encontraron deliciosamente horrenda. No son muchas las obras que consiguen esto, y menos hoy en día.

2 comentarios:

Serenissimus dijo...

He de situarme entre los que el domingo pasado aplaudí en la Filmoteca.

Pano L dijo...

¡Qué bien, Serenissimus! Me encantó oir los aplausos, aunque a mí la película tampoco me vuelva loco.