lunes, 21 de diciembre de 2009

Amos y criados


El director norteamericano Joseph Losey, que desarrolló la mayor parte de su carrera en Europa, lo fue todo en los años 60 y 70, para caer en desgracia inmediatamente después. La primera película suya que vi, “El mensajero” (1970), me gustó bastante: claro que entonces yo tenía unos trece años, y estaba por primera vez en Inglaterra, y todo lo que descubrí en aquel viaje me maravilló por razones obvias. Mucho más tarde me enfrenté a otras obras del mismo director (recuerdo haberme aburrido en particular con “Eva”), y comprendí bastante mejor lo denostado que sería Losey por parte de la comunidad cinéfila a partir de cierto momento.

El otro día acudí con curiosidad a la Filmoteca para ver “El sirviente” (1963), quizá la película más prestigiosa de Losey: un acierto. Estupendamente escrita (por Harold Pinter) e interpretada (por Dirk Bogarde, James Fox, Wendy Craig y Sarah Miles), la cinta presenta una malévola y apasionante reflexión social, sexual y psicológica, pero sobre todo está muy bien puesta en escena por su director.

El argumente es el siguiente: un joven acomodado y algo frívolo (Fox), que mantiene una relación estable con una altiva chica de su entorno (Craig), adquiere un bonito inmueble en un barrio residencial de Londres y contrata a un sirviente (Bogarde, maravilloso en cada plano de la cinta) para que se ocupe de las tareas domésticas. La novia del protagonista siente una instantánea e inexplicable hostilidad hacia el empleado, que a su vez introduce en la casa como doncella a su propia amante (Miles) haciéndola pasar por su hermana, y alentando que ésta y su patrón comiencen también una relación sexual. Pero esto -que ya es bastante- no supone más que el principio de la historia, que evoluciona hacia terrenos tan vidriosos como narrativamente atractivos.

Losey toca en esta película un tema apasionante, que en mi opinión sólo Buñuel ha abordado con tanta riqueza y logro artístico (en “Diario de una camarera” y también, más tangencialmente, en “El ángel exterminador”, entre otras), como es la relación que se establece entre amos y criados. Relación en la que intervienen elementos como la identificación, la envidia, la atracción, la repulsión o el rencor, que transitan en doble sentido y crean un complejo sistema de fuerzas. Jean Genet también contó algo de esto en su obra “Las criadas”, aunque aquí el enfoque era más visceral, más tremendista y también más abstracto.

Conozco alguna que otra persona que ha dedicado parte de su carrera profesional a servir a lo que podríamos llamar las clases privilegiadas, y me sorprende el mimetismo que han logrado con ese estrato a cuyas órdenes se han puesto de manera voluntaria: los empleadores jamás los aceptarán como sus iguales, pero de algún modo estas personas se sienten pertenecientes a la clase que les paga el salario, hasta el punto de adoptar todos sus tics y a menudo superar su desprecio (y su pánico) hacia la clase trabajadora a la que en realidad pertenecen.

El enfoque con que Losey trata todo esto no es en absoluto panfletario. Aunque su estilo no destacara precisamente por la sutileza (incluso en esta película hay pruebas de ello, como la enfática y redundante escena de seducción de Sarah Miles a James Fox), pero tampoco era un patán con ínfulas sociales al estilo de, pongamos por caso, Juan Antonio Bardem (por nombrar un director de su época) o Alejandro G. Inárritu (por mencionar uno actual). “El sirviente” presenta aceptables dosis de misterio, humor y poesía, y por ello se acerca más en sus mejores momentos al mencionado Buñuel que a los otros dos directores. Por otra parte, a quien la historia de dependencia y degradación entre Dirk Bogarde y Edward Fox no le interese en absoluto (raro será este espécimen, de todos modos), podrá regalarse la vista con los estupendos decorados y vestuario de la película, que no sólo son de un gusto exquisito, sino que sobre todo cumplen hasta extremos pocas veces igualados su función de representar las coordenadas sociales y psicológicas de los personajes.

Todo un descubrimiento, esta “El sirviente”.

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