jueves, 10 de diciembre de 2009

Una chica tan decente como yo


“Una chica tan decente como yo” parece el título de una película de Concha Velasco y Manolo Escobar: no me digáis que no. Quién pensaría que así es como se tituló en España una película dirigida por uno de los directores más sensibles que ha habido, el francés François Truffaut, y que originalmente se llamaba “Une belle fille comme moi” (1972). Yo no la había visto hasta hace unos días, cuando la encontré por casualidad enterrada en la vídeoteca de un amigo.

La verdad es que el título español no le va del todo mal a la película, la más estrambótica que Truffaut realizó jamás. Cuenta la historia de una putilla asesina que trata de aprovecharse con desiguales resultados de su físico –y de la estupidez masculina- para medrar en la vida, y que no tiene escrúpulos a la hora de cargarse a un marido o un amante que estorban en su camino. Dirigida con una dejadez visual muy típica en la época (pero nada típica en Truffaut), posee sin embargo bastante encanto en su tono de comedia algo bestia, y sobre todo está muy bien interpretada por una tronchante Bernadette Lafont. André Dussolier era el pringado protagonista, en una de sus primeras interpretaciones, mucho antes de convertirse en el galán maduro que es hoy en día. Imagino que con esta película Truffaut ensayaba con un género que tenía mucho éxito de público por aquellos tiempos (quién no recuerda las comedias italianas llenas de tipos feos y chicas macizorras), pero a él el tiro le salió por la culata: la película fue un fracaso absoluto, y aún hoy suele ser considerada la peor de su filmografía. Sin embargo, no se le pueden negar méritos como el trabajo de los mencionados Lafont y Dussolier, y una escena maravillosa en la que interviene un repelente y encantador niño cineasta.

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