martes, 15 de septiembre de 2009

En tres palabras


Daniel Sánchez Arévalo obtuvo en España buenas críticas y unos cuantos premios gracias a su primer largometraje, “AzulOscuroCasiNegro”, que era sólo una película mediocre. Ahora vuelve a la carga con “Gordos”, donde la ambición se multiplica visiblemente (amplio presupuesto, reparto de los llamados “corales”, pretensiones de fresco social o psicológico), mientras la calidad de los frutos queda aún bastante por debajo de su predecesora.

Aquejada de una tendencia al subrayado y a la obviedad que desespera, carente de todo resquicio de imaginación, sutileza o encanto, la película va desmoronándose con perseverancia ante los ojos del espectador entre los gritos y aspavientos de unos actores protagonistas cuyo registro refleja a la perfección el espíritu torpe y chillón del conjunto. En este sentido, Sánchez Arévalo debería reflexionar sobre el hecho de que el único intérprete del reparto que no está espantoso sea además la única actriz no profesional, una chica llamada Leticia Herrero que consigue aportar los pocos instantes afortunados de la cinta, a pesar de verse obligada a poner cara de lela mientras la iluminación trata de resaltar burdamente el color lapislázuli de sus ojos. Mención especial para la pareja compuesta por un insufrible Antonio de la Torre y una Pilar Castro con apariencia de híbrido entre Hanna Schygulla y Esperanza Aguirre (lo que, en el fondo, quizá no sea algo malo). A lo largo de las más de dos horas de metraje, abundan las escenas de llanto y catarsis, de las que adoran los actores que se han educado repitiendo en su vídeo casero los momentos cumbre de Sean Penn y Meryl Streep. Por eso, no cabe descartar que el equipo interpretativo bese el suelo que Sánchez Arévalo pisa, ignorante de su propio ridículo.

Otra idea que me viene a la cabeza: soy incapaz de comprender a unos críticos que acusan de inverosímil a una película deliberadamente abstracta e hiperbólica como “Tetro”, de Francis Ford Coppola, mientras se muestran mudos ante la acumulación de situaciones intragables que depara esta “Gordos” con su pequeño enfoque realista. Y no hablo necesariamente de los cursis y manidos momentos finales, ya que la primera secuencia del grupo de terapia, con los asistentes desnudándose mientras explican su propio personaje al aforo, ya es de antología. Otra hipótesis es que en realidad Sánchez Arévalo albergue aspiraciones de estilista visionario, algo así como un Tati con verborrea o un Almodóvar de manual de autoayuda. Pero esta posibilidad sería aún peor, porque los resultados quedarían más lejos de las intenciones.

Se ha hablado de “Magnolia” de Anderson o de “Shortcuts” de Altman como referentes. Sin embargo, dos pistas colocadas con plena consciencia por el director nos sitúan en el buen camino. La primera, una ensaladera que se estampa contra la pared durante una cena familiar, transportada desde “American Beauty”. La segunda, la inauguración de los créditos finales con el nombre de Sánchez Arévalo que ocupa la pantalla como suelen hacerlo los de los productores ejecutivos de las series americanas de televisión de qualité: “Nip/Tuck” o “A dos metros bajo tierra”. En fin, que para ese viaje no hacían falta semejantes alforjas.

Jesulín de Ubrique precisaba dos palabras para expresar la magnitud de su asombro. Para calificar “Gordos”, yo necesito hasta tres: Mala, mala, mala.

2 comentarios:

Ibon dijo...

Yo la vi ayer, Ianko y me dejó frío frío frío. Aunque me pareció asombrosa la transformación física de Antonio de la Torre, digna de mención.

Si te digo la verdad, no entendí nada de algunos personajes, sobre todo, no entendí ni palote de qué le pasaba a la ingeniera.

Me surgió una duda: ¿quién cojones se lee la Biblia de cabo a rabo para dar con un versículo que encaja en el guión? ¿recurren a consultores espirituales? ¿facturan por ello? Igual hay un nicho de negocio en memorizar la Biblia al dedillo.

En resumen, que sí, que mala mala. Como esto llegue a la final de Hollywood, qué imagen.

¿Vas al Zinemaldi?

Pano L dijo...

Gracias, Ibon.
No, este año me pierdo el festival debido a otros copromisos. Lástima...