jueves, 3 de septiembre de 2009

Anticristo ahora


Después de todas las sandeces que se dijeron tras el estreno de “Anticristo” en Cannes (entre ellas, que Lars Von Trier era un demente, que ha hecho un trabajo ridículo e inmoral, o que odia a las mujeres porque su última protagonista tortura a su pareja antes de proceder a la automutilación), tenía unas ganas locas no sólo de ver la película, sino de que me gustara. Del mismo modo que a veces uno se siente tentado de cambiar de opinión y detestar las películas que a otros les gustan por motivos equivocados, cuando se leen según qué ataques contra ciertos trabajos de algunos directores, uno automáticamente tiende a colocarse de parte de éstos. Entré en la sala donde se proyectaba la cinta de Lars Von Trier, lo admito, bajo la influencia de un agudo prejuicio positivo.

Salí del cine relativamente satisfecho: “Anticristo” me había parecido una película fallida, pero en absoluto demencial, y menos aún ridícula. Es la obra de un auténtico director de cine (no hay tantas bajo el sol), y posee además la virtud de reflejar con una absoluta seguridad formal una determinada visión del mundo que tiende a lo indecible, o incluso a lo inasumible. Debo decir sin embargo que los mayores escalofríos que sufrí durante la proyección tuvieron lugar en los primeros minutos de ésta, que presentan una escena de un ultraformalismo alarmante: blanco y negro contrastado, ralentí extremo, el "Lascia ch'io pianga" de Händel a todo trapo, montaje paralelo, ¡todo a la vez! Hay anuncios de la lotería de navidad menos peripuestos. Afortunadamente, la escena termina pronto, y de inmediato se comprende que su finalidad era presentar el punto de partida con estridencia deliberada, no excluyendo la ironía, y contaminar así con este elemento algo corrosivo el punto de vista sobre unos personajes inmersos en el duelo. Habría sido imposible de otro modo que contempláramos al personaje de Willem Dafoe no sólo como un ser herido y digno de compasión, sino también como un hombrecillo impotente que se aferra a su risible pequeña racionalidad para tratar de contener el amenazador torrente de barbarie que se le viene encima. Por cierto, espléndida la interpretación de Dafoe, no menos que la de la premiada Charlotte Gainsbourg.

Encuentro, por otro lado, que ya hay que admirar a un autor que se atreve a erigir una película sobre la posibilidad de que la naturaleza sea malvada, que su orden sea el caos y que la guerra de sexos constituya una consecuencia de esta premisa de horror y autodestrucción. Porque se trata de un mensaje terrible e incómodo, y ciertamente difícil de materializar creativamente. En mi opinión, Von Trier lo consigue razonablemente, lo que ya es muchísimo. Pero, por desgracia, también encuentro que hay algo que se pierde en el camino, debido a que la película no es completamente coherente consigo misma, a que existe una disonancia fatal entre el misterio de algunos de sus mejores planos (un jarrón transparente en el hospital, una gran pira, una multitud de mujeres sin rostro, o todos los planos con animales) que remiten justamente al Tarkovski de la dedicatoria final, y unos recursos narrativos que en ocasiones parecen prestados de un producto estándar de terror de los que los americanos llevan décadas haciendo en serie aplicando para ello el mínimo de imaginación sindicalmente requerido. Así, los descubrimientos que efectúa Dafoe y que nos informan del momento y el modo en que Gainsbourg se había sumergido en la demencia y asumido su propia maldad (hallazgo de las notas para la tesis, inversión del calzado como método de tortura) poseen una pesadez demostrativa que me molestó sobremanera. Creo que esta indefinición entre la película de terror más primaria y un atrevido enfrentamiento al auténtico horror frente al universo que nos acoge es lo que impide a “Anticristo” ser una gran película. Pero su radicalidad de partida, su magnífico entramado formal y su enorme valentía merecen en mi opinión todo el respeto del mundo.

Se ha hablado mucho de "Secretos de un matrimonio" para establecer paralelismos con el último Lars Von Trier. Yo mencionaría otras dos películas de Bergman: "Persona" y "La hora del lobo".

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