martes, 22 de marzo de 2011
Manu Arregui en Toledo
Crítica de arte que debió publicarse hace unas semanas:
Del 24 de febrero al 10 de abril de 2011
ECAT (Toledo)
El Espacio Contemporáneo Archivo de Toledo exhibe estos días “Con gesto afeminado”, el último vídeo del artista cántabro formado en Bilbo Manu Arregui. La pieza, que ya pudo verse en la última edición de ARCO, supone un paso adelante en la carrera de un creador sin miedo (aparente) a los retos, que en el pasado había utilizado sobre todo las técnicas infográficas para realizar sus vídeos.
Realidad, virtualidad y amaneramiento
2011 comienza bien para Manu Arregui (Santander, 1970). Hace apenas unos días se ha sabido que su nombre figuraba en reducida la lista de seleccionados del programa Eremuak, iniciativa del Gobierno vasco para la consolidación y difusión del arte contemporáneo. Y el jueves 24 de febrero se inauguró en el Espacio Contemporáneo Archivo de Toledo (ECAT) “Con gesto afeminado”, exposición cuya pieza central es su vídeo del mismo nombre, rodado el año pasado. Este último trabajo ya pudo contemplarse en la última edición de ARCO, como parte de la selección de la galería Espacio Mínimo, complementado por una escultura que posee un peso estético y narrativo fundamental dentro del vídeo. La propuesta era sin duda una de las más afortunadas que planteaba un autor joven en toda la feria madrileña.
Hasta ahora, el trabajo en vídeo de Arregui (y también sus recientes esculturas) se ha dedicado esencialmente a ofrecer variaciones sobre la relación entre lo real / orgánico y lo virtual. Es cierto que, últimamente, su obra ya había hecho ceder algo de espacio a la animación infográfica frente a la imagen real, tendencia iniciada con “Irresistiblemente bonito” (2007), en el que dos alternativas de una misma imagen/contenido, la virtual y la real, se enfrentaban para hacer explícita la tensión entre ambos planos, y confirmada con “Streaming” (2009), en el que la presencia de lo digital adoptaba las trazas de una auténtica contaminación de la realidad, por onírica que ésta fuera. La progresión parece imparable en este “Con gesto afeminado” (2011), vídeo realizado enteramente en imagen real, con una nítida voluntad narrativa y un tratamiento plástico y caligráfico más cercano a las fantasías visuales del Hollywood de los años 30 que a cualquier producto ordinario de los tiempos de la Web 2.0. De hecho, lo que hace Arregui es rescatar un bizarro cortometraje musical (lo que los anglosajones llamarían “una stravaganza”) llamado “Spring Night” y dirigido en 1935 por Tatiana Tuttle, para trasponerlo con ciertas alteraciones sustanciales. Así, en la historia –enteramente musicada, y con los actores-bailarines interactuando a través de una delicada coreografía clásica- de una muchacha de clase trabajadora asaltada por una ensoñación en la que la estatua de un esbelto fauno revive fugazmente para enamorarse de ella, Arregui altera el sexo de la protagonista convirtiéndola en un efebo cuyo amaneramiento gestual sólo puede competir con el de su mitológico partenaire. El lenguaje de la danza clásica (facción Les ballets Russes de Diaghilev) sirve así para canalizar, en primer término, una reflexión sobre lo que coloquialmente se denomina “pluma”, y que sigue siendo –aún hoy- un rasgo no siempre asimilado socialmente: resulta sintomático que los canales de televisión integren en las tramas de sus series infinidad de personajes homosexuales, pero siempre a condición de que minimicen su amaneramiento… a no ser, claro está, que pretenda hacerse de éste un recurso cómico. La apuesta de Arregui subvierte este principio no sólo para reivindicar la legitimidad de la pluma, sino sobre todo con el fin de resaltar la teatralidad del artefacto puesto en marcha. El recurso al ballet y la música, la iluminación poética y antinaturalista, el palmario y recargado maquillaje del fauno o incluso la cursilería misma de la historia narrada son elementos complementarios que el creador cántabro utiliza para regresar una vez más a su discurso sobre la realidad y la virtualidad, sólo que sin tener que emplear para ello una sola imagen infográfica.
En lugar de esto, Arregui opta por someter a las imágenes al tratamiento más familiar para la mayoría de los espectadores cuyo ojo ha sido educado en este siglo XXI: las congela, superpone a ellas comentarios en formato chat, introduce una ventana de youtube con la cinta original de Tatiana Tuttle. Conviene no llamarse a engaño: tales intrusiones no sirven para explicar los fundamentos conceptuales del vídeo (tampoco era necesario, y por tanto es de esperar que no lo pretendan), sino para integrar el mismo en un determinado contexto, y por tanto para inocular un sesgo en la mirada del espectador. En realidad, el vídeo resulta muy elocuente acerca de sus propias intenciones y, aún más allá de éstas, ofrece unos resultados de una admirable consistencia conceptual y tersura formal. Al mismo tiempo muy literal y muy irónico, a su manera falso pero muy real, el trabajo sería capaz de sostenerse perfectamente sin tales ayudas metalingüísticas y sin necesidad de ser encuadrado en el marco de un espacio virtual, porque lo cierto es que la virtualidad ya está inevitable y gozosamente integrada en su propia naturaleza. Ese es el gran triunfo de “Con gesto afeminado”, triunfo que permite hablar con propiedad de una auténtica evolución en la carrera de Arregui. Que su campo de reflexión siga siendo el mismo, y que los medios que emplea para explotarlo no hayan cambiado tanto, mientras ofrece la impresión de hacer algo totalmente nuevo. ¿No es esa, al fin y al cabo, una de las aspiraciones que debería albergar cualquier artista?
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