miércoles, 22 de julio de 2009

Stalker en la Filmoteca


No sé si será por la crisis, o por el calor asfixiante de Madrid, pero el caso es que este verano la Filmoteca está siempre de bote en bote. En todo caso, me parece maravilloso comprobar que la sala principal se llena un martes de julio para ver una película de Tarkovski que termina a medianoche. Tarkovski es otro de esos directores que cargan con el incomprensible sambenito de aburridos: en realidad, su cine es hipnótico y está lleno de poesía, y es evidente que de él han aprendido mucho Lars Von Trier, Terrence Malick, Steve Soderbergh o Julio Medem (porque todos los profesores tienen alumnos buenos, regulares y malos), entre otros. Ingmar Bergman lo consideraba el mejor director del mundo.

En cuanto a la película, “Stalker” (1979) la vi por primera vez hace muchos años, y debo decir que en mi recuerdo era mejor. No es una de las películas de Tarkovski que más me han conmovido: “La infancia de Iván”, “Andrei Rubliov”, “El espejo” o “Sacrificio” me producen una emoción más intensa y persistente. Y su fuerte simbolismo, su apariencia de fábula, me resultaba en ocasiones vagamente pesado. La ZONA. Un lugar misterioso, cercado por el gobierno, donde dicen todos los deseos se cumplen. Sin embargo, lo cierto es que quien entra en ella no regresa jamás. Algunas personas, mutantes conocidos como stalkers, son capaces de guiarse entre sus espejismos y trampas. Un científico, un escritor y uno de estos stalkers entran en la ZONA, cada uno de ellos con distintos objetivos.

La película atesora sin embargo algunos momentos de una fuerza visual y un impacto poético extraordinarios. Cualquiera de los planos acuáticos (hay muchos) es sublime. Lo mismo ocurre con muchos planos (primeros y medios) de los tres protagonistas mientras tratan de proseguir su camino en la ZONA, o con un hermoso monólogo pronunciado, hacia el final, por la actriz que interpreta a la mujer del stalker. Y, por supuesto, está el plano más famoso de la película, que además es el último. Se trata con justicia de uno de los momentos cinematográficos más recordados y discutidos por los expertos. De una belleza que corta la respiración, encierra fácilmente en cuatro minutos todo el universo de Tarkovski, y por descontado todo el mensaje de la película.

Filme áspero y lírico sobre la Esperanza, la Fe y el Misterio, Stalker presenta en mi opinión el inconveniente de resultar demasiado cerebral y compuesto, lo que no evita que sus imágenes presenten el sello de lo perdurable.

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