lunes, 21 de febrero de 2011

Cisne negro


Ya he comentado alguna vez que no concibo una gran película que me aburra. Este es un criterio sobre el cual me mantengo firme: no creo que jamás me escuchen decir “sí, una película muy buena, pero menudo tostón”. La inversa, en cambio, últimamente me da por pensar que sí es posible. Así, podemos entreternos con una película por causas completamente ajenas a la calidad de la misma, incluyendo las más banales: el hecho de que el pueblo donde pasábamos los veranos de nuestra infancia constituya el escenario en el que se desarrolla la historia puede bastar, por ejemplo, para que se nos haga apasionante el visionado del mayor bodrio del mundo. Seremos en todo momento conscientes de que nos estamos tragando una porquería, pero al mismo tiempo nos encantará ver retratados los rincones en los que hace décadas vivimos todo tipo de aventuras. Se me ocurren otros ejemplos tanto o más peregrinos: una época o un personaje histórico que nos entusiasma, un actor o actriz que nos gusta físicamente y que se pasa toda la película enseñando carnaza, etcétera.

Así pues, mentiría si dijera que me aburrí viendo “Cisne negro”, de Darren Aronofsky. Pero también lo haría si afirmara que se trata de una buena película. Porque, ¿cómo puede serlo el refrito más flagrante de otras seis ó siete películas anteriores, cosido sin demasiada imaginación y puesto en escena con una carencia de brío visual que pretende enmascararse con todo tipo de manierismos?

Viendo esta película, a uno lo van asaltando sucesivamente los espíritus de “Las zapatillas rojas” de Powell & Pressburger, “Eva al desnudo” de Mankiewicz, “Carrie” de Brian de Palma, “Repulsión” de Roman Polanski, “La pianista” de Haneke y también un par de gialli de Dario Argento. Algo de “La mosca” de Cronenberg también se atisba por ahí.

No creo que haya nada de malo en inspirarse en lo que ya han hecho otros y nos ha gustado (que la creación ex nihilo no existe me parece algo difícilmente cuestionable): lo verdaderamente irritante es que las costuras entre retales se vean tanto, y que haya tan poca creatividad en el trazo del remiendo. Aronofsky ha realizado aquí una operación similar a los de Alejandro Amenábar, otro ejemplo notorio de creatividad mediana que ha de aferrarse sistemáticamente y de manera casi literal a ciertos referentes de pedigrí. En la mejor película del director español, que era “Los otros”, el ejercicio de apropiación era de una evidencia casi sonrojante, pero al menos se había realizado con cierto encanto. Me temo que eso es precisamente lo que le falta a “Cisne negro”. Por otra parte, ni siquiera creo que Natalie Portman esté tan bien como se ha dicho. Encuentro en particular bastante falso uno de los registros que despliega en la cinta, el de la joven frágil e inmadura pero disciplinada hasta el extremo que es incapaz de proyectar su voz más allá de un apocado tonito infantil. En sus venas histérica y abandonada al lado salvaje me parece mucho más convincente. Barbara Hershey, como su madre, está en cambio fantástica en todo momento. A Vincent Cassel lo encontré siempre al borde de la parodia: hay que decir que las manidas líneas de diálogo y lo convencional de la construcción de su personaje no ayudan mucho.

A pesar de todo eso, como digo, no me aburrí con este “Cisne negro”. Pienso que ninguna película que mezcle bailarinas, autoexigencia demencial, aproximación (aunque sea muy pedestre) al conflicto de la dualidad humana, psicoanálisis de tercera, referencias supuestamente cultas y el trash narrativo y visual mas desvergonzado puede inducir al sopor o al completo desinterés. Ahora bien, en la práctica el conjunto de todo esto resulta mucho menos interesante de cómo suena a priori: después de haber disfrutado (y también sufrido) moderadamente durante un par de horitas, la película se recuerda tan sólo como un despropósito hueco y algo pedante que se toma a sí mismo demasiado en serio.

Y eso sí que produce bastante fastidio…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aronofsky apuntaba muy alto con "Pi" y "Requiem por un sueño". Con "El luchador" se redimió un poco (Leon de Oro en Venecia incluido) y compensó un poco el desastre de "La fuente de la vida" (no me extraña que la Weisz se acabara divorciando de él). "Cisne negro" no es su mejor película pero si que está por encima de la media de Hollywood (lo cual no es decir mucho). Una pena que un "auteur" se haya acabado asimilando al sistema porque sus dos primeras películas fueron muy grandes.

Alex

Anónimo dijo...

No es una obra maestra pero es entretenida la peli. A mi me gustó el mundo del ballet. Yo practiqué como aficionada y ya así hay mucha competición. Y me gustó cómo Aronofsky describe el sufrimiento físico (por ejemplo sólo llevar las "pointes", ya es un sufrimiento en sí!). La búsqueda imposible de la perfección también me pareció lograda. En partes se parece a The Wrestler, sí, pero bueno es interesante ver la esquizofrenia desde fuera. Ese combate de la dualidad en uno mismo, que sufrimos todos en cierta medida, no?