miércoles, 16 de febrero de 2011

Valor de Ley


Ya puede verse en los cines españoles la última película de los hermanos Coen, “Valor de ley”. Se trata de la adaptación de una novela escrita por un tal Charles Portis, que ya había dado lugar a finales de los 60 a otra cinta de igual título por la que John Wayne ganó su único oscar al mejor actor. Los Coen han insistido mucho en que no han realizado un remake (¡anatema!), sino una adaptación completamente distinta de la fuente común original.

En fin, sea como sea, “Valor de ley” (2010) es una muy buena película. Los Coen son unos magníficos narradores y poseen demostradas cualidades para la puesta en escena, y en ambos pilares se sustenta principalmente su último trabajo. Respetando la mayor parte de los códigos del western crepuscular y subvirtiendo algunos otros, y sobre todo tomando prestados algunos de los mejores elementos del cine y la literatura de aventuras, han conseguido una obra sólida y compacta, siempre entretenida y en algunos momentos emocionante. Jeff Bridges, por supuesto, está estupendo en el papel protagonista, igual que su compañera Hailee Steinfeld, que en la vida real tenía cuando rodó la película los mismos quince años del personaje (cosa bastante inhabitual). Los dos están justamente nominados al Oscar. En cuanto a Matt Damon, el pobre ha concentrado la mayor parte de los (escasos) ataques que ha recibido “Valor de ley”, acusado de ser un error de casting (acusación que debería redirigirse hacia los propios Coen que lo han elegido, dicho sea de paso). En cualquier caso, no estoy de acuerdo con esto. Creo, en realidad, que Damon está perfecto en el personaje, y que su presencia algo pesada, su naricilla de muñeca asomando por encima del gran bigote que le han plantado en caracterización, remarcan convenientemente el lado esencialmente ridículo de su ranger de Texas. A destacar también el trabajo en la fotografía de Roger Deakins, uno de los grandes imagineros contemporáneos, que aquí se supera a sí mismo. Su aportación a la película es inconmensurable.

Por último, creo que es evidente mi falta de arrebato ante una película que me gusta, pero que encuentro algo inferior a las dos anteriores de los Cohen, “No es país para viejos” y “Un tipo serio”. A mitad de camino entre estas dos grandes obras personales y el cine de género en el que Joel y Ethan Coen ha conseguido resultados más irregulares, “Valor de ley” se disfruta mucho sentado en la sala oscura, pero después va desvaneciéndose del recuerdo sin dejar un poso particularmente concentrado. Por lo que a mí respecta, con lo que me procuró durante un par de horas ya me conformo.

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