miércoles, 12 de enero de 2011

Rutina


No sé a qué se debe que de todas las vacaciones del año, las de navidad terminen convirtiéndose en la fractura más profunda en la vida cotidiana. La gente viaja menos que en verano o semana santa (aunque esto es cada vez menos cierto), y lo que supone que uno hace es pasar estas fechas en compañía de los suyos (“¿cuántos os juntáis?”), a pesar de lo cual el asueto navideño termina dejándonos una sensación intermedia entre la de haber corrido una maratón y haber ido de viaje a la luna.

También está, naturalmente, el efecto-resaca-de-elefante, tras prácticamente tres semanas de celebraciones, comidas, cenas y aperitivos bien regados: la acidez de estómago y los kilos de más son dos efectos característicos de estas fechas. A mí me afecta más lo primero que lo segundo, pero siempre conviene no descuidarse.

Lo que necesito ante todo es volver a la rutina. Madrid, la Filmoteca, tomar un té en la compañía habitual, comer cosas sin exceso de grasas o azúcares, etcétera. Una base de rutina permite que permanezcamos debidamente anclados en el mundo y, paradójicamente, nos sirve como punto de referencia para emprender todo aquello que nos permita elevarnos sobre ella. Sé que de mí no sería nada sin la rutina. Bienvenida sea.

1 comentario:

Elena Valmala dijo...
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