miércoles, 19 de enero de 2011

Lo humano y lo divino


Me costaría hacer una crítica ordenada y racional de “De dioses y hombres”, película francesa dirigida por Xavier Beauvois y estrenada en nuestro país más de medio año después de haberse llevado el Gran Premio del Jurado en Cannes. Así que no la haré.

Pero, para que no exista ninguna posibilidad de error a la hora de interpretar qué me ha parecido, diré que creo que contiene todo aquello a lo que una gran película debería aspirar. Está bien contada, soberbiamente interpretada, es emocionante (a veces, frenéticamente emocionante), tiene unas cualidades estéticas indudables y una significatividad conceptual definitiva. Así que lo que no me cuesta nada es calificarla como obra maestra.

Sus imágenes se me han quedado grabadas en la retina y en las neuronas. Igual que los momentos de emoción que me ha procurado.

No se me escapa de ella que a menudo transita la cuerda floja que media entre lo ridículo y lo sublime, y no me refiero a las (sublimes sin matizaciones) escenas de los monjes cantando sus oraciones, sino a planos que bordean la afectación al emplear de manera explícita referencias pictóricas a Mantegna o Zurbarán. O el momento más comentado de la película, esa especie de última cena con música de Tchaikovski que, muy cerca del exceso glucémico, sin embargo cumple perfectamente su cometido. Semejantes zonas de riesgo son atravesadas limpiamente por la puesta en escena de Beauvois, lo que prueba una vez más que hasta el tópico más manido, hasta la referencia más obvia puede emplearse sin temor cuando se posee el talento suficiente. En esta película tocada por la gracia nada chirría, todo suma, todo tiene su lugar en el marco de una armonía perfecta.

Incluidos, desde luego, los actores: el premio de interpretación masculina en Cannes debió ser para ellos. Me extrañaría mucho que Lambert Wilson, que interpreta al hermano Christian, líder de la congregación, vuelva a estar mejor que aquí. El se encarga de guiar la que es para mí la mejor escena de la película, la que me ganó definitivamente, aquélla en la que los terroristas del GIA visitan el convento en busca de medicinas, generando en el espectador un estado de tensión y desgarro casi imposibles de encontrar en el cine contemporáneo. Allí está todo: la dignidad, el miedo, el horror, la convicción y la duda, concentrados en el gesto y la entonación del actor, que la cámara recoge con perfecta transparencia. En cuanto a Michael Lonsdale (el hermano Luc, el médico del grupo), al que el guión regala sentencias como “Soy un hombre libre; no temo a la muerte”, creo que directamente no hay palabras para alabar su trabajo. Olivier Rabourdin también deja una impresión particularmente honda como el dubitativo y atormentado hermano Christophe, igual que Jacques Herlin, el más anciano del grupo.

Se ha hablado de Dreyer o de Bergman al establecer las comparaciones de rigor. No estoy muy de acuerdo. Me parece que aquí Beauvois está más cerca de un Rossellini. También he leído en una crítica francesa cómo se acusaba a la película de no ahondar en el misterio de la Gracia divina, limitándose a mostrar, con cierta banalidad, la vida y los rezos de los monjes. Es obvio que “De dioses y hombres” no es obra de un creyente, sino, casi con toda seguridad, de un agnóstico. Y eso es precisamente lo que encuentro más fantástico de ella: que habla sobre todo de hombres, mientras que lo divino… es la película en sí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pena que esta gran película solo se llevara al Gran Premio del Jurado, ya que a mi juicio es bastante mejor que "Uncle Boonmee" (a mi modo de ver, incomprensible que se llevara la Palma de Oro). Apuntaba el egregio Angel Quintana precisamente eso que señalas: la cercanía de la película de Beauvais con "Francesco, giullare di Dio". En lo que respecta a los planos de los rostros (en la "última cena") si que recuerda un poco a la "Juana de Arco" de Dreyer. En cualquier caso, me ha parecido una película maravillosa, que a pesar de su sencillez (o quizás por ello) habla sobre temas muy humanos y cercanos. Ojalá se hicieran más películas como esta.

Un saludo:

Alex

Pano L dijo...

Gracias por tu comentario, Alex.

Ojalá se hicieran más películas buenas, sí. A mí "Uncle Boonmee" también me gustó mucho, de todos modos.

Pero la de Xavier Beauvois me pareció una obra maestra absoluta.