miércoles, 4 de mayo de 2011

Cine y TV



Creo que ya he manifestado alguna vez lo equivocada que me parece la afirmación –que por otro lado está cada vez más de moda- de que el mejor cine que hay hoy en día se hace en televisión. Me permito dudar de lo que realmente sabe sobre cine alguien que dice eso, por muy crítico cinematográfico que se llame a sí mismo. Aunque sea cierto que hay series televisivas (americanas) admirablemente bien escritas e interpretadas, en lo formal casi todas ellas están resueltas en base a principios de eficiencia narrativa adaptados a las férreas y rácanas normas de la pantalla doméstica, lo que limita enormemente las posibilidades plásticas del resultado. De esta manera, lo que puede funcionar en episodios de una hora vistos en el salón de una casa, se estrellaría en el contexto de una sala de cine, donde resultaría pedestre e insuficiente y terminaría aburriendo a las ovejas. Repito que eso no impide que haya magníficos productos televisivos, pero sería interesante que no se mezclaran churras con merinas, y sobre todo que no se difundan ideas dudosas y adocenadoras.

En los últimos días he escrito en este blog sobre dos películas que en su origen eran miniseries de televisión. Se trata de “Carlos”, de Olivier Assayas, y “Los misterios de Lisboa”, de Raúl Ruiz. Se trata, indudablemente, de dos muy buenas películas. Pero lo son precisamente porque en su concepción y estilo narrativo no responden a los códigos televisivos habituales, y logran trascender -cada una a su manera- todas las limitaciones que impone el medio de la gran pantalla. En su momento, otro hito fue la obra maestra “Fanny y Alexander”, de Ingmar Bergman, cuya versión completa fue también emitida como miniserie. Decir que eso es televisión, y sumarlo a un teórico Olimpo en el que están productos como “Los Soprano” o “Mad Men” me parece que es no tener ni idea de lo que se habla. Y equiparar el trabajo de un director de cine –uno de verdad, quiero decir- con el del habitual funcionariado televisivo, directamente una aberración.

Como en casi todo, hay excepciones. No creo que haya vuelto a repetirse el milagro de los primeros episodios de “Twin Peaks”, que eran cine y eran televisión, y todo de una excelencia absoluta. Pero para eso están los genios como David Lynch, que son los únicos a cuyo alcance quedan los milagros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De Bergman tambien me gusta la de "Las mejores intenciones" (dirigida por August eso sí, que ganó la Palma de Oro) que en su origen tambien era serie.

Y de Lynch que decir? Ojalá haga pronto una película... Curioso también el hecho de que "Mulholland Drive" fuera un piloto para TV que no llegó a buen `puerto y se acabó convirtiendo en una peli maravillosa...

Y no nos olvidemos de Rossellini y su ultima etapa, con algunos productos didáctico-históricos medianamente notables.

Ademas ahora muchos de los grandes se han pasado a la TV (Van Sant o Scorsese ultimamente por ejemplo). Igualico que en España :)

Saludos:

Alex

Pano L dijo...

Gracais por tu comentario, Alex. Tienes mucha razón en lo que dices sobre "Mulholland Drive", aunque lo cierto es que la versión final de la película no era un producto televisivo, desde el momento en que Lynch supo que la serie se cancelaba y tuvo que replantear a toda prisa lo rodado como una película de algo más de dos horas, alterando el montaje inicial del piloto y añadiendo nuevas escenas.
Lo que hizo Rossellini también fue un hito, es cierto.
En cuanto a Scorsese, en cine y en televisión hace tiempo que creo que está en franca decandencia. Lo de "Shutter Island" era lamentable. Y de Gus Van Sant empiezo a creer que es un cínico: ha hecho grandes películas, pero su nombre no es ningún sello de calidad, teniendo en cuenta la cantidad de productos mediocres que ha dirigido. No espero nada especial de su serie con Kelsey Gramnmer, ni tampoco de la peli que presenta este Cannes.