miércoles, 18 de mayo de 2011

Decepción alleniana


Sobre todo en su propio país, hace casi dos décadas que las películas de Woody Allen no poseen la buena prensa de antaño. También es cierto que el neoyorquino cuenta con un núcleo duro de admiradores que no lo abandonan, lo que en parte explica su invariable éxito de público en Europa. Por lo que a mí respecta, he adorado casi todas sus últimas obras, incluídas algunas de las más maltratadas por parte de la crítica: de entre las más recientes, “Si la cosa funciona”, por ejemplo, me pareció maravillosa. Y, remontándonos algo más atrás en el tiempo, encuentro que “Todos dicen I love you” (obra maestra), pero también “Desmontando a Harry”, “Acordes y desacuerdos” o “Match Point” bastarían por sí solas para justificar la carrera de cualquier director. El año pasado, “Conocerás al hombre de tus sueños”, que recibió más palos que alabanzas, a mí me resultó cuando menos entretenida, y cuando más inteligente y sutilmente melancólica.

Por eso me quedo algo perplejo ante “Midnight in Paris”, que acaba de abrir el último festival de Cannes, y es una de las películas de Allen que ha cosechado mejores críticas desde “Match Point”. Ni una vez en toda la película se me escapó ni siquiera una sonrisa, a pesar de que el guión claramente va a por ello con determinación. En cambio, asistí a ella con una extraña sensación de fastidio e incomodidad, algo que hasta ahora jamás –jamás- me había ocurrido con Allen. Para describirlo, la mejor comparación se me ocurre es ponerme en el lugar del protagonista de la película, el escritor Gil (Owen Wilson), que no soporta la pedantería de Paul (Michael Sheen), cuando éste aprovecha cualquier ocasión para parlotear acerca de los arquitectos, escultores y pintores parisinos. Bien, me resulta fácil reconocerme en el pobre Gil, en primer lugar porque yo también soy particularmente hostil hacia la pedantería y el cotorreo, pero también porque es justo ese el estado de ánimo que me genera la propia “Midnight in Paris”. Encuentro vagamente irritante su banal y desacertada visión de la bohemia parisina de los años 30, con su desfile de personajes-bibelots que van desde Francis y Zelda Scott Fitzgerald hasta Ernest Hemingway, desde Gertrud Stein hasta Salvador Dalí y el torero Belmonte, pasando por un irreconocible Buñuel o un Picasso que misteriorsamente habla español con acento francés. Todos ellos, a cual más improbable y caricaturesco, están integrados en un entorno funerario en el que la auténtica vida está completamente excluida por la urgencia referencial. Como paralizado por este entorno de vacas sagradas convertidas en animalitos de porcelana de una vitrina, la puesta en escena de Allen se vuelve pedestre y rutinaria, carente de la fluidez e inventiva que suele caracterizarla. Lo más raro de todo es que ni siquiera los actores están particularmente bien: todos ellos cumplen sin generar entusiasmo.

Puesto que lo esencial falla, habrá que centrarse en lo accesorio. En este sentido, las calles y bistrots del París contemporáneo (como los de épocas pasadas) están deliciosamente filmados, y la fotografía de Darius Khondji es de una exquisitez insuperable. En cuanto a las actrices francesas Marion Cotillard y Léa Seydoux (éxta última en un papel más breve), por desgracia no se les da la oportunidad de desarrollar personajes memorables, pero lucen de miedo en unos primorosos primeros planos. Algo es algo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No es su mejor película pero me parece muy imaginativa. Reconozco que soy muy fan de Allen (el viernes pasado estuve a la primera sesión de las 4 para verla) y no soy nada objetivo pero creo que esta peli tiene un encanto especial.

La escena en la que se intenta tirar al Sena Zelda, me recordó mucho a "Whats new pussycat?" con el gran Peter Sellers. Y el puente donde está rodada me recordó mucho a la famosa escena de "Todos dicen I love You". Pero en general por su fantasía creo que se asemeja mas a "La Rosa Purpura del Cairo". En cualquier caso, es dificil que una peli de Allen no te aporte algo, aunque sea muy mínimo no?

Por cierto, la próxima en Roma con la Cruz "parlando" italiano (yo la vi en "Non ti muovere" de Castellito y no lo hacía mal). A ver con que nos sorprende!

Un saludo:

Alex

Pano L dijo...

Sí, Penélope en italiano estaba sorprendentemente bien. Cuando vi esa (absurda) película de la que hables me pregunté cómo alguien con tan buen oído para reproducir el acento del sur de Italia es incapaz de hablar un inglés sue suene solvente.

A mí también me gusta mucho Allen. Casi siempre. Pero aquí me aburrió y me irritó alternativamente.

Anónimo dijo...

Si meterme en una critica del film, vuelvo a insistir en la forma de su critica, sobre todo cuando se cierne en la pedanteria y el cotorreo, para lo cual, y por el mero desden de su disercion, le convierten a usted en el pedante y la cotorra que critica.
un lector