jueves, 22 de octubre de 2009

Momentazos en la Filmoteca


Una experiencia inolvidable, el pasado domingo en la Filmoteca Española. Había ido a ver “El cant dels ocells”, del director catalán Albert Serra, que fue la única película española presente en el festival de Cannes del año pasado. Serra ya consiguió que su primera película, “Honor de cavalleria”, entrara en la exclusiva lista de las mejores películas del año 2007 para la edición francesa de Cahiers du Cinéma, mientras que en España fue más bien ignorada.

Incluso los que no estén demasiado familiarizados con el cine catalán, quizá relacionen el nombre de Albert Serra con ese treintañero con flequillo y bigote que realiza afirmaciones como que sus películas son mejores que el 99,8% de todo lo que se estrena, o que el cine español está a la altura del de Corea del Norte. No se le puede negar capacidad de autopromoción, egolatría y ausencia de miedo al ridículo, desde luego. Por todo eso, a mí me cae simpático, para qué negarlo.

El caso es que “El cant dels ocells”, rodada en vídeo en blanco y negro, narra la peripecia de los Reyes Magos, que atraviesan desiertos, lomas y explanadas para adorar al Niño Jesús. Llegan al fin a su destino, se postran mientras la banda sonora nos regala la famosa interpretación por Pau Casals de la melodía que da título a la película y, tras asearse un poco, emprenden el regreso. Todo ello con profusión de larguísimos planos de las figuras reales avanzando por el desierto, conversaciones banales en las que se pronuncian cosas como “estoy de arena hasta los cojones, ¡yo aquí no vuelvo!”, María acariciando un corderito ante la indolencia de José, etcétera. Mucha gente abandonó la sala. Hubo también repentinos ataques de risa histérica, que se volvieron casi generalizados en una escena en la que los reyes se narraban unos a otros sus sueños. Detrás de mí, dos señoras con sobrada edad de jubilación comentaban que el director “se habrá quedado a gusto: ¡seguro que esto es una venganza de los catalanes contra Madrid!”. Alguna voz se alzó también para solicitar que le devolvieran en dinero de la entrada.

La verdad es que muy rara vez se tiene la suerte de vivir una situación similar. Por eso estoy enormemente agradecido a Albert Serra, quien por cierto también me aburrió ocasionalmente, pero que al menos trata de aplicar un lenguaje propio y es capaz de componer algunos planos de gran sencillez y fuerza visual, estilo Buñuel o Bresson. Y si se trata de aburrimiento, más me aburrí viendo "Agora", por ejemplo.

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